La exuberancia de lo desconocido satura mis venas, muerdo olores que me arrebatan el sentido de la orientación, araño el sosiego para que escupa sangre, reconstruyo mi existencia lamiendo una amoralidad descarnada, aspiro el humo de la embriaguez delirante, ja ja ja, ¡engulle la manzana conmigo y lancémonos al vacío como cerdos en San Martín! Me despierto en una cama con sábanas acartonadas de hospital, mientras mi memoria clasifica lo real de lo onírico. ¡Oh dios mío, estoy en Babilonia! Hora de marcharse antes de las campanadas. Un mensaje en mi móvil en el trayecto de vuelta del revés, y sonrío. Por fin vuelves a estar frente a mí, ¿casi dos semanas?, te he echado de menos. No me atrevo a acariciarte la mejilla. Oh, maldita sea, me gustas. Más de lo que pensaba. Sí, estoy como una cabra, pero tú estás como una auténtica regadera. La vertiginosidad de estos días se diluye en una tarde tranquila envuelta de humo y música, me gusta estar a tu lado. No esperaba estos colibríes mareándome el estómago, así que me distancio, nos despedimos. La tranquilidad vuelve a agitarse mezclándose entre vientos prohibidamente disolutos y afilados mientras mi bestia parda ruge a la luna. La selva me llama. Y tú ya estás dentro de ella.
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2 comentarios:
Plas, plas, plas.
-Sonido de aplausos-
Ya que estás por allí, dime cómo fueron los Jardines Flotantes.
Y como alguien me dijo una vez...
"Ya no tengo las mariposas en el estómago del principio... Ahora tengo gaviotas!"
Cómete el mundo ;}
Be happy!
Conozco esa sensación de colibríes en el estómago. ¡Y quién no! Si no te importa, voy a ponerte un link en mi blog. Llego aquí desde el blog de Sybila. Me alegra haber psado otra vez por aquí.
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